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Unéte a nosotros

Ruleta Rusa Light.

Publicado por Melvin Mañón

Apr 04, 2021

El espectáculo de Miami Beach en estos días de primavera, me ha hecho recordar una escena brutal de la película “The deer Hunter” (titulada en español: El Francotirador) que muestra uno de los protagonistas atiborrado de opio tomando apuestas cuyos montos suben a medida que el jugador pasa de la primera ronda apretando el gatillo con lo cual aumenta dramáticamente la posibilidad de meterse la bala en la cabeza.

En la película, el jugador, por dinero e intoxicado, arriesga la vida cada vez que tira del gatillo. Los jóvenes de Miami Beach saben que el virus mata, pero apuestan que matará a otro. Miles de desaforados, bebiendo, bailando y cherchando en las calles, parques, playas y plazas de la ciudad sin mascarillas, sin distancias y literalmente uno al lado o arriba del otro desafiando al virus.

No se trata de desafiar a la muerte sino de creerse más listo y burlarla.

Y ¿Qué inspira al jugador que no sabe en cual orificio del tambor del revolver está la bala o que mueve a la multitud que abarrota las calles a sabiendas de que el virus acecha sino es que los persigue? El jugador es un hombre enfermo, endrogado y desesperado que ya dejó de medir el riesgo. Espera la muerte sin celebrar la vida. La multitud en cambio cree que celebra la vida, declara la emoción un derecho irrenunciable y acude a provocar al destino; es un juego o quiere parecerlo.

El jugador que toma la apuesta no tiene apelación si el gatillo que activa el percutor encuentra la bala. La multitud pasa una factura diferente; puede enfermar pero acude a buscar servicios médicos y el sistema y los contribuyentes pagarán las consecuencias de su imprudencia. El cuenta con nosotros para asumir los costos. El solamente busca emoción, una aventura que promete el placer de la enajenación disfrazada de felicidad, de moda.

¿es realmente eso?

Las fiestas clandestinas abundan. En España son otra plaga. Creen que no hay vida si no beben hasta emborracharse, se inyectan hasta morir, meten pastillas para volar, fuman o huelen hasta naufragar. Viven vidas de mierda. Todo su entorno es una sola mentira, un correr detrás de la nada. Viven con prisa, pero no van a ninguna parte. Nunca se enteraron de la diferencia entre felicidad y placer.

Solo existen sensorialmente. En la cabeza no hay nada. La soledad de la pandemia. El aislamiento y la paz jamás sirvieron para pensar. Por eso se drogan con lo que sea. Por eso desafían la pandemia pero no es que sean valientes ni temerarios es que están desesperados por creer que son felices y saben que el sistema de salud no los dejará morir.

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Melvin Mañón

Pensador empeñado en descodificar la época y diagnosticarla. Ser humano con una visión analógica y digital.