La juramentación, dentro del PLD, de tres ex ministros de defensa es, como indica el título de este artículo, estúpida, inútil y sediciosa.
Es estupida porque juramentan esos señores en el mismo sitio donde han estado militando por años ya que todo el mundo, incluidos los chinos de Bonao que ya no están ahí, sabìa que esos señores eran peledeistas y cómplices de envergadura del danilismo.
Me eximo de mencionar las irregularidades del acto porque no son relevantes a los fines de este artículo.
Es inútil porque la idea de mostrar adhesions de gente que siempre estuvo ahí y que -repito- todo el mundo lo sabe y sabía- no convence a nadie de que el PLD no se está desmoronando y que, aquellos que no se vayan a la Fuerza del Pueblo, terminarán ingresando a nuevas formaciones políticas que están en vías de surgimiento o saldrán de juego regresando a sus negocios, empleos o retiro.
Danilo Medina no ha entendido que su paradoja no tiene solución. La única posibilidad, y aún asì remota, de recomponer al PLD es expulsando a más de la mitad del Comité Político incluyendolo a el. Pero Danilo no puede hacer, ni fomentar, ni permitir eso. Cree erróneamente, al igual que los tres ex ministros de defensa, que la dirección del Partido les proporcionará protección política y no es así. Los crímenes cometidos al amparo del danilismo arrastran a todo el partido y tardarán años que ni siquiera el encarcelamiento de los principales culpables podrá amainar.
Es sedicioso porque el danilismo y esos ex-generales han querido mandar un mensaje. Ellos creen que formalizar su ingreso al PLD los protege cuando en realidad es lo contrario, confirma lo que siempre fue evidente y sabido.
En cuanto a mostrar la adhesión de tres ex-generales como un significativo logro plìtico parece que a todos se les ha olvidado que en la República Dominicana los jefes militares tienen influencia y sirven para hacer política cuando ostentan el rango. En retiro no son nadie y nada valen al margen de las cuantiosas fortunas que hayan hecho.
En ciertas circunstancias ha ocurrido y puede volver a suceder que, un jefe militar de prestigio que haya sido puesto en retiro a destiempo o injustamente es capaz de concitar simpatías, alcanzar cierto grado de influencia e incluso ser reintegrado. Ese no es el caso de estos señores, ninguno tiene prestigio, ninguno deja un legado, ninguno deja un aporte que pueda invocar pero, al hacer la juramentación de esos generales el danilismo pretende hacernos creer que tres ex ministros de defensa valen, pesan y miden más que miles de civiles y aunque el esfuerzo es inútil la intención es sediciosa.