Por: Yuval Noah Harari. WSJ.
(Traducido y adaptado por Alvin Reyes)
Probablemente haya escuchado muchas veces que su teléfono inteligente puede ser pirateado. Pero el verdadero cambio de paradigma es que pronto, las corporaciones y los gobiernos podrían piratear su cuerpo y su cerebro. Lo más importante que debe saber sobre el siglo XXI es que los humanos se están convirtiendo en animales pirateables.
A lo largo de la historia, los padres han conocido bien a sus hijos y los amantes, a veces, han podido mirar el corazón de su pareja. Pero el conocimiento reunido por sacerdotes, mercaderes y tiranos siempre se mantuvo sólo sobre la piel.
Aleksander Solzhenitsyn describe una conferencia soviética donde el público aplaudió con entusiasmo a Stalin. Después de unos minutos de aplausos, todos se pusieron muy nerviosos. Todos estaban cansados, pero nadie quería ser el primero en detenerse. Finalmente, después de 11 minutos, el director de una fábrica de papel se arriesgó, dejó de aplaudir y se sentó. Inmediatamente todos los demás se detuvieron y se sentaron también. Esa misma noche, el hombre fue arrestado y enviado al gulag.
Stalin podía obligar a las personas a sonreír y aplaudir, pero no podía saber cómo se sentían realmente. Para hackear seres humanos, se necesita mucho conocimiento biológico, datos y poder de computación, y Stalin no los tenía. Pero los Stalins del siglo XXI, y ya hay bastantes candidatos, podrían tener todo lo necesario.
Estamos llegando a una edad en que la biología se está fusionando con la informática, cuando la epidemiología se familiariza con el teléfono inteligente, cuando el coronavirus se encuentra con Zoom. En los últimos años, los gobiernos y las corporaciones han desarrollado tecnologías de vigilancia que les permiten saber quienes ahora están leyendo este artículo. Pueden aprender sobre sus puntos de vista políticos, sus gustos artísticos e incluso su personalidad.
Estamos entrando en la era de la vigilancia biométrica, que pasa por debajo de nuestra piel y dentro de nuestros cuerpos. Esto permitirá que los gobiernos y las corporaciones sepan lo que realmente siente al leer estas líneas. ¿Tienes miedo? ¿Estás enojado? ¿Te sientes dudoso? Imagina que dentro de 10 años, tu jefe narcisista presenta con orgullo su nuevo plan de negocios, y todos los empleados están sonriendo y aplaudiendo. Pero el brazalete biométrico en tu muñeca le dice al jefe lo que realmente piensas: que es basura.
Esta tecnología revolucionará no solo las dictaduras brutales sino también las democracias. Probablemente le hayan dicho muchas veces que el votante sabe mejor, que el cliente siempre tiene la razón y que debe seguir a su corazón. Todo esto ahora será puesto en duda. Una vez que un sistema externo pueda hackear a los humanos y aprender sus miedos y deseos más profundos, podrá convencer a los votantes y a los clientes de comprar lo que quieran, ya sea un producto o un político.
Y si intentas seguir a tu corazón, ten cuidado. Puede haber algo que vigile tu corazón las 24 horas del día y lo sepa mucho mejor que tu. Tu corazón podría ser un agente doble.
¿Cómo vivir en un mundo donde los seres humanos pueden ser pirateados? ¿Cómo proteger la democracia y el sentido mismo de la vida humana cuando un algoritmo informático podría conocernos mejor que nuestras madres? Ese es el desafío más complicado que enfrenta esta generación.
Sus mayores les han proporcionado el conocimiento y los valores necesarios para resolver este problema. Pero no pueden resolverlo por ti; no saben cómo. Tendrás que hacerlo por ti mismo y por toda la humanidad. Todos contamos contigo.