Nicholas Christakis, un profesor de la universidad de Yale hace una comparación de la pandemia actual con la gripe española de 1918 que coincidió con el final de la Primera Guerra Mundial y tras la cual reinaron el desorden sexual, la decadencia y las Extravagancias de los años 20 los que a su vez dieron paso a la catástrofe financiera de 1929.
Christakis asume que, ahora, “Todas las tendencias que estamos viendo en la pandemia van a invertirse. La gente va a buscar de manera incansable interacciones sociales”, afirma Christakis en un artículo publicado en The Guardian , subrayando que “el libertinaje sexual, el derroche económico y una regresión de la fe religiosa” serán algunos de los cambios más significativos que se avecinan.
Disiento del profesor Christakis. Creo que ahora puede producirse exactamente lo contrario. El mundo de 1918 salía de una guerra singularmente atroz y de la pandemia para entregarse a la disipación, el consumo, la locura, la sexualidad y las drogas que no menciona Christakis. Ahora es diferente.
El mundo tiene ya, al menos, dos décadas entregado a la sexualidad, al derroche económico y a las drogas. No puede descender mas sin naufragar y de hecho, la pandemia es ya percibida en buena parte del mundo como un correctivo, una rectificación que en lugar de apagar la religiosidad puede encenderla y vivificarla.
Hay empero un efecto de corto plazo que es engañoso y por otro lado una ilusión que puede ser igualmente equívoca.
A corto plazo, las privaciones y limitaciones impuestas por los gobiernos y en parte también asumidas por la gente a causa del miedo desatado al Covid crean, a no dudarlo, un apetito casi ansioso por emborracharse de alcohol, de sexo, de libertinaje. Pero esa me parece una reacción transitoria y explicable por el rechazo de la gente a las limitaciones que le han sido impuestas y que, al reprimir sus deseos, lacerar su hedonismo y mortificar su voluntad inspiran esa revancha etílica que, además de transitoria, adolecerá de escasez de fondos con que financiarla y de tolerancia del entorno para practicarla.
La otra ilusión equívoca es la del regreso a la normalidad. Gobiernos, sacerdotes del consumo, contratistas y banqueros mantienen viva la llama del regreso a la normalidad. La pandemia pasará. Volveremos a ser y hacer como antes. La vacuna, la inmunidad de rebaño, el agotamiento del virus, algo de esto o todo esto pasará y regresaremos a la ansiada normalidad de nuestro estilo de vida. Y creo que esto, en realidad, no pasará de esta manera. Como he indicado en otros trabajos, esta no es un época de cambios sino un cambio de época. Al Covid 19 seguirá otro problema ambiental, una guerra, una crisis económica descomunal, una violencia desatada, otras plagas, otros virus. Cualquier cosa excepto la normalidad añorada.
La humanidad queda frente a dos opciones principales. Una donde todos seremos mas pobres, mas humildes, sobrios, mesurados, menos gastadores, menos dilapidadores y digamos que en general personas un poco mas conscientes y disciplinadas pero llegando ahí por vías mas que traumáticas.
La otra opción es la de ver nuestras sociedades, regiones y países descender abrupta o gradualmente en el caos, la ingobernabilidad y la pérdida de la ley y el orden que, siendo requisitos esenciales de la civilización, están retrocediendo en buena parte del mundo de hoy. No puedo afirmar que Christakis esté equivocado. Quizás lo esté yo. Es solamente una visión diferente inspirada por la constatación de que las circunstancias también lo son.