La rabia social, como el agua contenida, abre un cauce proporcional al volumen… si artificialmente, el cauce es estrecho la presión aumenta y barre lo que encuentra a su paso. Si es muy pequeño el cauce… la presión hidráulica lo hará estallar.
Son las leyes de la hidráulica.
La rabia cuando llega a estas proporciones y se combina con una cotidianidad opresora, ataúd de sueños que actúa como navaja sin descanso que corta, recorta nuestras ilusiones y caprichos de consumo. Cercena nuestro estilo de vida como verdugo implacable.
Ese derrumbe de lo mágico, la irrupción de la realidad cruda, asfixiante en nuestro m2 agitara los átomos emocionales con una fuerza gravitacional desconocida e inmanejable para quienes la padecen en lo individual y colectivo. Nuestro tejido social no posee la fortaleza estructural para semejante tensión. Hoy es mezclilla no velcro.
No hay crimen sin víctima, ni dolor sin causa, ni furia sin pasión.
El tejido social identificará los verdugos de su estilo de vida. Construido con denodado esfuerzo por décadas y sabiendo que el derrumbe perdurará por décadas o tal vez para siempre. Esta sensación de lo permanente se convertirá en una laceración social masiva y constante que solo tendrá el analgésico de la rendición de cuentas exigida hasta los linderos de la venganza.
Para que haya una acción, debe existir el instrumento que sirva de medio eficiente para la misma.
La acción de reclamo ciudadano usará medios, vías e instrumentos ciudadanos que tengan el techo suficiente para alojarlo… la brújula para guiarlo y el coraje para honrarlo.
Esta organización deberá ser una incubadora de causas sociales y ciudadanas.
No puede ser juez el criminal confeso. Ni fiscal social quienes usufructuaron los beneficios del crimen cometido. Quienes son el problema no pueden encarnar el reclamo ni la solución.
La clase política es el problema. La redención no puede ser con ellos, porque será contra ellos como causa fundamental, exponentes principales, agentes operativos de la tragedia que nos abate.
La solución integral para cerrar el ciclo oprobioso y salir del túnel de las lamentaciones y los estertores colectivos, de los padecimientos impensables, es ciudadana, apartidista, patriótica y colectiva.
Ciudadanos arquitectos de su destino.
Excelente!!??
Sin desperdicio!